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Los 50 mejores discos de electrónica del siglo XXI (Parte IX)

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Los 50 mejores discos de electrónica del siglo XXI (Parte IX)

Venga, que ahora llega lo definitivo. El momento de saber cuál es el top 10 de la lista de los 50 mejores discos de electrónica del siglo XXI. Si la aparición de DJ Shadow o Jeff Mills levantó asperezas entre unos pocos en la pasada entrega no me quiero ni imaginar las balas de fogueo que habrá aquí.

Recordad: guardad la última bala que aún falta la entrega final y definitiva, el top 5. Ahí sí, los cocodrilos podrán salir que yo ya me he cogido un billete de avión para esquivarlos.

10. LCD Soundsystem – LCD Soundsystem (2005, DFA Records)

LCD Soundsystem, portada LCD Soundsystem

Puede que no sea el mejor álbum de la década. Puede incluso que ni merezca estar entre los 10 primeros en comparación con otros. Puede que con el formato EP o los 12” hubiésemos tenido bastante o que las influencias pesen más que los temas. Pero la realidad es que LCD Soundsystem tiene por méritos propios su puesto.

Mi principal razón es la influencia que ha causado este homónimo no ya sólo dentro del campo de la electrónica, donde, si bien sí tuvo su ocasión y fue muy bien recibido, sino fuera de dicha escena, donde puede ser considerado uno de los más influyentes de los últimos años.

Electrónica buena, bailable y el ingrediente secreto: accesible para todos los públicos. James Murphy, uno de los capos de DFA Records, cual jukebox humana, al más puro estilo de Tarantino, con quien he visto siempre los parecidos a la hora de rescatar piezas ajenas, revivals o recuerdos de estilos de hace años y después unidos en uno que impacta, elige su ya himno ‘Daft Punk Is Playing At My House‘ para abrir un álbum que era esperado desde tres años atrás cuando ‘Losing My Edge‘, ‘Give It Up‘ y ‘Movement‘ habían levantado tantas expectativas dentro de la escena.

LCD Soundsystem (2005, DFA) entra aquí con la versión doble donde sí aparecen esos hits perfectos. Los bajos del Funk, la vitalidad del Punk, el gancho de los riffs del Rock y una voz entre medias. Una fórmula eficaz a la par que difícil de lograr tan bien como James Murphy.


Una canción: ‘Daft Punk Is Playing At My House‘ (DailyMotion): la fábrica de los himnos.

9. Pan Sonic – Kesto (234.48:4) (2004, Blast First)

Pan Sonic, portada Kesto (234.48:4)

Bandas sonoras para una guerra hay muchas. Para cada momento de la batalla varía la situación. Si bien Fuck Buttons nos sirven para entrar en situación o Robert Hood saca los cañones, Pan Sonic son quienes nos valen para casi todo momento. Cuando la tensión está a punto de estallar ellos podrían entrar y después poner Kesto (234.48:4) (2004, Blast First) a todo volumen e irse.

Tras dar al play, con ‘Rähinä I / Mayhem I‘ sonando por los altavoces, ya se podría poner el ejército más demente (si es que hay alguno que no lo sea) a pegar tiros al aíre, que el muro de sonido que logran los finlandeses asusta al animal más feroz. Beats oscuros, complejidad y rechazo absoluto por la belleza y la accesibilidad en el discurso.

A sus espaldas una década de los 90 que se presentó en largo con un enorme Vakio (1995, Blast First) y que luego siguió con varias letras por títulos, EP y 12”. Escuchando un trabajo como Kesto (234.48:4), de nada menos que casi 4 horas de duración, uno siente hasta piedad del perro que sale difuminado en la portada. ¿Qué se les pasaría por la cabeza a estos dos buenos hombres para plantear unos sonidos tan duros? ¿El frío y la soledad nórdica? Hipótesis puede haber miles.


Una canción: ‘Rähinä II / Mayhem II‘ (YouTube): y la III Guerra Mundial comenzó...

8. Autechre – Confield (2001, Warp Records)

Autechre, portada Confield

Las comparaciones son odiosas, pero es inevitable hacerlas. La IDM de la década de los 90 frente a la de la década del 2000 es un bajada descarada a los infiernos en cuanto a calidad. Generalización, sí, pero culpen a Richard D. James que en largo se quedó seco durante la década anterior y en ésta no hizo nada; y luego también culpen a Autechre que se han esforzado porque nos esforcemos nosotros.

En palabras del gran Javier Blánquez: “La mierda te la puedes ahorrar“. Esa mierda, que para mí no es tal, es la que ha establecido a Autechre como intocables durante toda su carrera, aunque después de este Confield (2001, Warp) los ingleses buscasen romper nuestros esquemas mentales y sonoros con sonidos más allá de lo que entendemos por complicado.

El término abstracto o minimalista no existe si hablamos de Sean Booth y de Rob Brown. Lo suyo es otra liga. La liga marciana. Esa que o te gana y le aguantas hasta el Drukqs a Aphex Twin, pensando en que una vez te llegó a emocionar y sorprender tras cada segundo, o en que directamente mandas a paseo a Autechre y toda su troupé (Gescom y compañía). Confield es un discazo. Hasta ahí puedo decir, el resto ya lo dijo Blánquez y es imposible añadir mejores palabras ante las suyas.


Una canción: ‘Bine‘ (YouTube): un torno con tu cerebro situado en medio.

7. Plastikman – Closer (2003, NovaMute)

Plastikman, portada Closer

Detroit, Jeff Mills y Underground Resistance. Tres referentes que Richie Hawtin siempre ha tenido muy presentes en su discurso sonoro, el cual llegó un momento en que se volvió tan oscuro y abstracto que los ritmos siderales de la ciudad del motor se cambiaban por la banda sonora de una cueva lúgubre.

Closer (2003, NovaMute) es el ejemplo idóneo de la escasa necesidad de añadir capas insustanciales a unos bajos ya de por sí hipnóticos. Bucles reiterados sin miedo durante una media de 8 ó 9 minutos, en los que el artista inglés, asentado casi toda su vida en Canadá, donde descubrió el poder del Techno, lo mismo introduce mínimas líneas calmadas que se vale de un aparente silencio sepulcral conseguido gracias a la escasez de medios.

Aspecto minimalista para un estilo tétrico, un Techno tan alejado de la pista de baile como del impulso del ritmo. Closer y su sonido suponen para la electrónica lo mismo que a finales de los 70 el Post-Punk supuso al Rock (casualmente también con otra obra llamada Closer, 1980): una evasión a los ritmos más básicos y oscuros pero evocadores de sensaciones intensas.


Una canción: ‘Ping Pong‘ (YouTube): la pelota es nuestro oído.

6. Ricardo Villalobos – Alcachofa (2003, Playhouse)

Ricardo Villalobos, portada Alcachofa

El bajo manda. El bajo y las bases desnudas. Nada de buscar la quintaesencia con producciones recargadas. Cuanto menos capas pero eficaces, mejor. Ricardo Villalobos podría ser si no el nombre más destacado de la escena del Microhouse, uno de los principales y es que con tan solo un álbum; para más inri, el de debut, ya se llevó todas las medallas consigo.

Tras el atractivo título de Alcachofa (2003, Playhouse) el productor chileno pero asentado en Alemania desde los tres años, donde su familia se exilió cuando Pinochet dio el golpe de estado en Chile en 1973, Villalobos firma una de las joyas de la electrónica moderna y que a buen seguro entrará en las mejores listas de la historia dentro de unos años.

La esencia es el bajo, los graves sintiéndolos mientras una mínima voz se cuela entre ellos, desarrollos largos, bucles mantenidos sin miedo a la repetición ya que gracias a ella se va creando el ambiente minimal. Cuando menos te lo esperas aparece la segunda línea más clara y empieza otro tema pero se siguen sintiendo esos bajos hipnóticos (’Dexter‘).

La magia está en conseguir de manera magistral mantener atractivos tiempos que superan los siete o los nueve minutos. La escena alemana tenía en Villalobos un proyecto de gran estrella (que es en lo que se ha convertido, bajando de paso el nivel de sus producciones) y un interesado en recuperar el sonido de su Sudamérica como se ha visto después.


Una canción: ‘Easy Lee‘ (YouTube): el comienzo de algo grande en formato Hit.

Los 50 mejores discos de electrónica del siglo XXI

Parte I

Parte II

Parte III

Parte IV

Parte V

Parte VI

Parte VII

Parte VIII


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